
“El fruto de la fe es el amor.
Y el fruto del amor es el servicio al prójimo.
Esto nos trae la paz”. (Madre Teresa de Calcuta)
17 de marzo del 2015
Estimada María :
Te escribo para decirte que después de mucho tiempo me siento genuinamente emocionado y muy feliz y la culpable eres tú, gracias por existir.
Mañana el Estado ofrecerá un reconocimiento real a tu maravillosa labor. Yo diría más que un reconocimiento es un pedir perdón por los infinitos maltratos y la indiferencia sistemática a tu solitaria lucha, aunque seguimos bregando ante una burocracia salvaje que galopa sobre la espalda de nuestros niños, éste reconocimiento tómalo como un breve respiro para seguir caminando por siglos.
Los que no tienen tu fe inconmensurable seguramente se preguntarán cual es el secreto de tu inmortalidad. No eres una monja, eres una maestra, no tienes esa solemnidad eclesial que algunos imaginan, eres la directora de escuela más campechana que conozco, de posturas honestamente tolerante y genuinamente moderna que muchos ilustrados liberales ya quisieran tener, pero sobre todo eres una Líder pedagógica real, una caminante incansable.
No es fácil para mí, y tú lo sabes, resistir a un Estado que no logra comprender el papel fundamental del amor, la ternura y la fe como pilar fundamental para aprender y crecer. Entiendo tu molestia con éste ir y devenir de las propuestas curriculares, enfoques y metodología del Ministerio de Educación, pero siempre me sorprendes con tus gestos de esperanza para seguir apostado por la educación, recuerdo siempre tu frase:”La Pedagogía del amor no necesita de mucha explicación, pero mucha convicción”.
Cada vez que llego a la escuela me alimento y me renuevo con el espíritu omnipresente y la convivencia junto a los maravillosos docentes del Veritatis Splendor nuestra escuela, me aligero con esas miradas cálidas, sencillas y trato humilde, de bienvenida constante, gestos que me recuerda en cada maestra a mi madre.
Es un privilegio trabajar con docentes cuyas miradas diversas, consolidan mucha paz a creyentes y no creyentes, todos, irradian una fe activa afectiva y buen trato en todos los tiempos, formas y sonrisas, son ellos los constructores silenciosos de ese gran paradigma pedagógico que no será fácilmente comprendido por los tecnicistas egocéntricos y enfermos de estructura.
La gente debe saber que durante años literalmente has movido una montaña de tierra seca y piedras de todas las formas y tamaños para construir esa maravillosa escuela. Tus movilizaciones invisibles y tu largo caminar inspiró a cientos de padres pobres pero dignos para construir en medio de la nada la mejor escuela del Perú, que también es un espacio familiar donde tus alumnos, tus hijos, de VERDAD construyen un sentido de vida cuya cartografía solo es vivir con más humanidad que ayer.
A falta de presupuesto tu temperamento para tejer cadenas de solidaridad es tu mejor arma, que dirán aquellos colegios caros y sofisticados ante la capacidad de "nuestra escuelita" para lograr en niños pobres grande ingenieros, artistas, médicos, pero sobre todo buenas personas que motivados por el sello adquirido de la humildad y la solidaridad no dudan en volver a su alma mater para reflexionar, dialogar y ayudar.
Estoy seguro que nuestra Madre Teresa de Calcuta a quien nos inspiramos, estará fastidiada por tantos halagos y reconocimientos pero sabrás pagar con doble trabajo y doble esfuerzo estos piadosos pecados.
Esto recién empieza querida María y seguiremos caminando hasta colmar el infinito dar, donde solo reposa el amor al prójimo más débil.
Abrazos de siempre
Jaime Montes

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