Si hay una rebelde ignorada en todo este tiempo, es sin duda Noemí, su nombre completo es Felicita Noemí Huarcaya Barrial. Nació cantante y en la década de los 70 paseó su voz en las comunidades que rodeaban su querido Huánuco.
La selva central aclamaba su voz, era requerida por su fineza, lo llamaban “la voz angelical”, se ganaba la vida siempre cantando huaynos y cumbias selváticas de novedad, de los Mirlos, los Ecos y otros.
Pero la chicha a inicios de los años 80 emergió como un fenómeno arrasador y apabulló a la cumbia antigua, anulándolo de las grandes ciudades, pero también emergió el terrorismo, Sendero y el MRTA simplemente exterminó casi toda su comunidad y parte de su familia; tuvo que migrar a Lima, la gran ciudad de la discriminación, enfrentando adversidades forma su grupo de chicha denominado “Somos” grabando un disco de poco impacto, se asentaron en el distrito de Independencia por Hermitaño, donde vive actualmente.
Para entonces la chicha era esencialmente machista y las voces masculinas predominaban no solo en los escenarios si no también en los gustos de la red de promotores, aun cuando tocaba muy bien la guitarra la elección de los músicos en la chicha siempre era masculina.
En aquella época las voces femeninas eran consideradas extrañas, incluso una afrenta, hasta que un día Jaime Moreyra escuchó su fascinante voz y la invitó a grabar, fue parte del primer disco de los Shapis, el mismo disco que dio vuelta al mundo, el más famoso y en dúo con Chapulín grabó varias canciones emblemáticas, entre ellos el histórico “el juguetito”, que luego de la ya conocida “El provinciano” de Chacalòn, es una canción considerada símbolo de la migración por la violencia de los años 80. "El juguetito" sobre todo es un canto a los niños que se fueron con o contra Sendero y por ello dice Noemí, no era un canto sino un testimonio, llora cada vez que lo canta y vaya que se nota cuando uno escucha la canción original y como no emocionarse cuando Noemí menciona cada nombre cada ausencia.
Para Noemí no fue muy fácil enfrentarse a un público que al principio lo rechazaba, por su extraño baile, algo robótico y parco, no había minifaldas o piernas brillosas, eran otros tiempos, pues hoy la mayoría de las cantantes de cumbia son apreciadas más por sus cuerpos que por sus voces, pero la voz de Noemi y no su cuerpo se impuso y marcó una época. Su personalidad logró que en la difícil élite chichera se respetara la voz de las mujeres, no solo en el alto del escenario sino abajo muy del escenario.
Noemí no solo era “rara” en esa época por ser mujer, tuvo que luchar también dentro de su propio entorno para sobresalir, se pagaba menos a las mujeres así que cuando ya había madurado como cantante la chicha entró en decadencia, la pobreza lo marcó siempre. Gracias al temperamento de Noemí se abrió las puertas a otras mujeres cantantes, entre ellas las divas de Pintura Roja como la gran muñequita Sally y princesita Milli.
Noemí nunca vio un video suyo, tampoco fotos, no tiene idea de cómo fueron sus espectáculos visualmente, pero si recuerda los aplausos y siente mejor que nadie los infinitos abrazos que recibió incluyendo de políticos y grandes artistas. Noemí no solo es mujer también es invidente. Hoy canta en una pequeña iglesia evangélica en Hermitaño.
Escucharla cantar sus alabanzas compuestas por ella misma y tocando la guitarra con los ojos bien puestos a la nada y la oscuridad, es un canto sangriento a la indiferencia brutal que un país tiene no solo para con sus artistas sino para con sus mujeres rebeldes.
Gracias Noemí por atreverte a ser diferente en el espacio y en el tiempo que te tocó vivir. Gracias por hacernos VER nuestra injusta realidad.
Invito escuchar el "Juguetito" aquí;
El único vídeo de Noemi en duo con Chapulin, nòtese como disimula su ceguera para el video.

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