Tengo dos peces y un cangrejo como supuestas mascotas, se resisten a morir, siguen nadando y parece que están aprendiendo a vivir mejor en cada nado.
Alguna vez se preguntaron ¿qué siente un pez dentro de una pecera?..todo el día dando vueltas, tratando en vano de esconderse de todos. Mirar la pecera desde arriba me da una extraña sensación, siento vida diminuta en un espacio extraño de vértices, límites y hondura.
El pez naranja (Ruso) se luce, presume y conoce cada rincón de la pecera, se mueve en círculo virtuoso probando y votando cada cosa que se cruza en su camino, brilla en cada nado, incluso por las noches sigue moviéndose.
El pez negro (Obama) en cambio siempre está quieto, parece cansado, su aleteo lento solo le sirve para subir y bajar pero en la misma posición vertical, como si fuera un termómetro; me da la impresión que, en cualquier momento morirá. Me cuestiona más el cangrejo (El sexy) que solo sale de su nido por las noches y lo hace para recolectar las heces de ambos peces, parece un escritor, analiza cada cosa antes de guardarlo en su regazo, a cada cosecha le da vueltas y lleva su alimento en retroceso a su misteriosa guarida, seguramente guiado solo por la intuición.
La verdad, no espero nada de éstos pobres animales, no me trae paz ni compasión ni nada, pero mirarlos y jugar con ellos en su cuadrado mundo y su cautiverio es fascinante, me ayuda a comprender a muchos de mis compañeros de trabajo, amigos y hermanos, pero sobre todo me veo día a día, a veces soy pez naranja, a veces pez negro, pero últimamente cangrejo.
Siento que alguien mira desde arriba nuestra pecera personal, me da la impresión que nos contempla impávido nuestros pobres aleteos y movimientos sin sentido.

No hay comentarios:
Publicar un comentario