
Mi doctora perfecta,
mi Maura,
mi remedio azul,
sus frágiles brazitos de canela
me animan sollozos,
ojitos
que segundo a segundo
abaten cualquier atisbo de dolor.
Como no querer seguir viviendo por siempre
al escuchar quedo,
esa voz
de telaraña
diciéndome ¿estarás bien?,
exagerada ternura de amor inmerecido,
que me exige,
tejer con la calma,
represas y nones,
para postrar por ahora locuras del alma
y extenderme en mis años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario