La foto de Aylan Kurdi es limpia. No hay tripita despanzurrada ni cabezas decapitadas, ni sangre, ni una morgue, ni familiares llorando. No acaba de sufrir un bombardeo.
Es una foto tan luminosa que lo primero que dan ganas es de levantar al niño y llevarlo a jugar con la arena y el mar que lo arrulla. Y sin embargo él mismo, en esa extraña paz, nos aprieta el cuello para atorarnos de indignación, nos baña de sangre virgen nuestra ignota conciencia, nos llena a olor a muerte nuestra suerte comodidad.
¿Sabías que estamos en guerra permanente desde hace siglos? no importa el país, para los niños no existen los países, estamos en guerra entre nosotros, hemos convertido bellos países en escenarios de dramas humanitarios, es costumbre cavar con nuestros ojos cementerios multicolores que nos golpea la cara para demostrarnos nuestra inoperancia e incompetencia para proteger a quien se supone es lo más sagrado de nuestra especie, los niños.

No hay comentarios:
Publicar un comentario