Cabello

Mi cabello, con agenda propia, es el reflejo de aquellas olas gigantes que la vida me enrostra. Hace un año decidí no cortarlo, como aquellos días en la secundaria cuando me expulsaron por pensar mucho o cuando me cerraron la puerta de la universidad por órdenes del rector fujimorista. Mi cola de caballo pareciera ser una bandera silenciosa de lucha, una forma de resistencia pacífica, semejante responsabilidad que endoso a mi pobre atado enredado de rulos horquillados.
¿Pero que pasó hace un año? el Ministro congeló incomprensiblemente un movimiento de innovadores en ciernes, fue un golpe duro a un equipo inspirado y honesto, a la semana siguiente, un día como hoy, el doctor congeló mi agenda audaz convirtiéndolo en una receta agria de inacabables “veremos qué pasa”. Ha pasado un año y parece que fue ayer.
En la vida debemos tener el control subliminal sobre ciertas cosas y para mí es mi cabello, pareciera que es lo único que puedo controlar, por eso hoy tuve ganas de cortarlo, lo corté radicalmente, lo corté tan corto como mi auto estima me permitió, porque creo que es momento de comenzar de nuevo, tanto en el trabajo como en la salud, hoy desde hace mucho tiempo el equipo de trabajo pensó en colectivo, volvió a soñar tímidamente con trazos de esperanzas para el 2016, de verdad que lo extrañaba, me he sentido bien, muy bien.
Creo que tener sueños y propósitos que logran destellarnos naturalmente es la mejor medicina para cualquier enfermedad.
Hoy jueves por la noche ese sueño que algún momento tuvo ese equipo a costas de las muecas del Ministro será reconocido como una Buena Práctica en gestión pública 2015, así es la vida pues, así es la política y así es la salud, tan efímera, tan interesante como mi inefable y poco agraciado cabello.

No hay comentarios: