Existe dos imponentes cerros que tienen una enorme fuerza de atracción. Se trata de montañas que alberga una reserva de imán natural pero revestidos con pastizales, los cuales de alguna manera la ocultan. Mirando ambos cerros las bellas mujeres me comentan con apacible voz que uno de ellos es el cerro macho porque termina en punta y el otro es el cerro hembra, ya que en la cima se distinguen dos pequeños "cerritos" similares a los senos de una mujer joven.
Los visitantes que se animan a escalar los cerros arrojan objetos de metal para comprobar la presencia del imán y obviamente el metal se queda impregnado sobre el pasto y la arena. Incluso, algunos llevan a sus casas una fracción de este hierro magnético para conservarlo como un recuerdo.
Cuenta una leyenda que por los años 60 o 70, una avioneta que pasaba sobre los cerros de imán comenzó a perder altura por la fuerte atracción y cayó. Desde entonces, las líneas aéreas decidieron cambiar su ruta por el temor a que la naves pudieran ser atraídas por la fuerza de las bellezas de Aija.

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