Saliendo para la selva con extrema nostalgia, son esos días que se juntan la buena noticia con la mala noticia en una sola copa, es como caer para arriba o beber un sorbo de un amargo pero muy amargo remedio, un claro-oscuro de afectos y motivaciones empacados agridulcemente.
Estoy alegremente triste, o tristemente alegre no sé cómo definirlo, si solo pienso en lo bueno me siento culpable y si solo me enfoco en lo negativo me siento ingrato. Sentimientos encontrados le dicen o emociones que se entrelazan, lo que sea, pero éste estado me humaniza dolorosamente.
Sentirnos atrapados en la contradicción y luchar por salir es la mejor manera de crecer o envejecer, lo bueno de lo bueno es que esta nostalgia convierte a mis ojos y mis percepciones en más artísticos y disfruto más cada detalle nuevo que los viajes siempre nos regala, lo malo de lo malo es que corro el riesgo de entregarlo todo por mis ya desgastadas pasiones y de pronto puede ser que no quiera volver más, que buen viaje es lo que me espera de eso se trata cuando uno decide Salir.

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