Semana Santa

Mi madre me dio una lección, le dije visceralmente, porque gordita ese afán de sentir y recordar a Jesús desde el sufrimiento y sacrificio, víctima de la injusticia y sin importarle más perdona a todos, no me parece lógico; prefiero – le dije- al Jesús niño, al Jesús revolucionario, al maestro vivo, al mortal, ese Jesús que más bien nos exige a luchar, nos desafía y no al Jesús que nos clama piedad o nos inspira dolor; remarqué diciéndole: "porque festejamos solo un día el nacimiento de Jesús, pero si una semana su muerte"; y ella desde su experiencia, me dijo : hijo hasta hoy los días más hermoso de mi vida es y será el día que naciste tú y tus 6 hermanos, no importa que hayas nacido entre pellejos, mantas y paredes de tierra, soy inmensamente feliz desde entonces, pero eso sí, si tan solo uno de mis hijos muriera el sufrimiento seria tal que ni juntando las 7 felicidades de mis hijos calmarían el 1% de mi sufrimiento, imposible comprender esa muerte para mí y para cualquier madre. Te he visto como fuiste feliz cuando te casaste pero no es comparable los días de tristeza cuando te separaste. 

Que lección gorda, así es, nacer, inspira felicidad acompañada de la inocente incertidumbre, pero que se diluye día a día, pero morir, sella en todos el recuerdo y la extrañeza martillándose para siempre en el alma. Recuerdo mi inmensa alegría cuando compre mi primer disco duro, pero nada se compara con el desgraciado momento cuando una mañana de invierno de pronto ese maldito disco nunca más funcionó, llevándose todo, hasta ahora me duele. Lo más importante no es como inicias el camino sino como lo terminas.

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