RECUERDO DE LA NAVIDAD
Mientras voy recordando las navidades en familia, voy
recordando mi niñez sobre todo aquellos días previos en que esperaba con ansias
la navidad.
Recuerdo con mayor claridad la navidad del 77, en
aquellos tiempos en mi pueblo la navidad no era en la casa sino en la plaza, de
manera que la plaza era nuestro patio, no existía Papa Noel sino tres
Mayordomos, que daban todo de si para venerar a San José, María y al Niño
Jesús, no era el árbol de navidad que adornaba las casas sino la Flor de Retama
y el Rima Rima flores de color amarillo intenso que se regaban en todas las
calles y parte de la plaza, sus aromas siempre me ponen nostálgico, no llegaban
los reyes magos sino los mayoralas y monedores (guardianes de la fiesta)
trayendo el pasto más fino y las flores más exóticas del valle para edificar el nacimiento. No había
luces artificiales, desde mi pueblo las estrellas hasta hoy se ven
tan nítidas que asustan.
No esperábamos regalos sino solamente esos días, como
era ya de costumbre los niños pasábamos de mayordomo en mayordomo para comer
triple, y duplicar los deliciosos ponches de cebada, así era, a nadie se le
discriminaba por que las cocineras eran nuestras madres y las faenas para
preparar la fiesta eran un compartir.
Como todos los años los barrios y grupos debían
presentar el
baile anual para la veneración, se practicaba intensamente días antes, era un
honor y muy complicado participar, era algo así como si alguien obtiene en las
grandes ciudades un título o una
maestría, se debían pasar etapas, aunque había excepciones.
La danza de los viejo o “Aunquish danza”, Baile de los
negros o “Negreria”, el baile de las aves o el “Geulash Danza”. El primero solo
era bailado por los más ancianos del pueblo y representaba a nuestros
ancestros, ofrendaban las comidas tradicionales y ritos tradicionales, los
negritos representaban nuestra historia sus bailes reflejan la opresión, la esclavitud y la injusticia
vivida en tiempos pasados, el Guelash danza representaba la riqueza natural
cada uno de los bailantes se disfrazaban de una ave “El Liqulish”, ave blanca
que abundan en las pampas.
Faltando 10 días el líder el grupo del Gueulash danza
visitó mi casa para proponer a mi padre para que pudiera integrar al grupo,
pues el niño que representaba al ave más pequeño estaba enfermo, mi papá se
emocionó y preparó el disfraz toda la noche junto a mi mamá se esmeraron en
preparar el atuendo, no era cualquier vestido, debía ser especial, una capa
blanca, túnica blanca pegada al cuerpo y una gorra negra tejida que tapaba toda
la cara y un cono amarillo que representaba el pico.
La idea del baile era que todas las aves seguían el
rumbo y los pasos de la ave mayor pero había uno el más pequeño que siempre
debía salirse del ruedo rompía el esquema, y se sentía más libre, era el
rebelde.
Y así fue, el día central absolutamente todo el pueblo
se congregaba en la plaza al compás de las música, los más ancianos dejaban la
ofrenda y
los negritos avanzaban lentamente haciendo sonar sus cadenas, nuestro grupo
ingresaba en tercer lugar con mucha ruido por los adornos de metal que
llevábamos en los tobillos y de pronto el líder me puso en mis manos la ofrenda
para el niño Jesús, como era el más pequeño los ojos de todos en la iglesia
estaban puesto en mi, de pronto todo se enmudeció, el baile se congeló, y yo
debía avanzar lentamente hacia el nacimiento, el escenario y el contexto era
intensamente místico que en esa época de verdad creí que el niño estaba
esperándome y me puse a llorar y no llegué, volví corriendo hasta que en la
puerta de la iglesia choque con las ocho polleras de mi abuela
que en quechua me dijo, ves esa imagen de Jesús esta sonriendo no?, sí, le dije,
pues si no dejas ésta ofrenda se pondrá triste, y me la creí y hasta muchos
años después cada vez que miraba esa imagen pensaba siempre que algún niño
había dejado su ofrenda y siempre me preguntaba si había llorado igual que yo.
Cada vez que vuelvo a mi pueblo es menor la devoción
aunque la solidaridad y el trabajo comunitario se mantiene, veo a los niños
bailar con
las mismas actitudes, son felices a pesar de todo, la plaza aun es el patio de
su ciudad, los niños se educa con sus costumbres, se relaciona con la
naturaleza, respetan su historia y sus ancestros.
Trato de trasmitirle eso a mis hijos con poco éxito,
la escuela se convierte a veces mi mayor enemiga, mi niña, mi bebe, ama a Papa
Noel gringo y regordete, mi hijo mayor espera con ansias “su” pavo, “su” regalo
y se emocionan por el árbol artificial de luces artificiales de navidad. Con
abrazos y muchos cohetes entre los vecinos habremos cumplido, aunque para
muchos el nacimiento del niño Jesús solo termine por ser un formalismo.
Cada vez que leo el Proyecto Educativo Nacional,
pienso que fue escrito desde la mirada de un niño, el proyecto al igual que el
niño pretende una sociedad donde no los excluyan que le hagan sentir
importante, que no pierda contacto y respete la naturaleza, su historia, que
sienta que es parte de una comunidad más allá de su hogar, un reto grande en
este mundo informático y virtual.
Como extraño esas navidades, como extraño esa
sensación absoluta libertad.

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