Se puede matar al soñador,
pero no al sueño,
la sociedad perdona a veces al criminal,
pero no perdona nunca al soñador,
es una pena
pero
ese riesgo a morir por soñar
le pone el encanto a vivir soñando.
Estoy convencido que los docentes innovadores
son
por esencia
fábricas de sueños,
gracias a la palabra, al ejemplo y su constante obsesión por crear, innovar y rebelarse.
En el Perú hay miles de ellos losé los he visto y abrazado con admiración.
Para soñar debemos perder el miedo al error,
al juicio de los otros,
amar la experimentación,
aprender de las contradicciones,
reflexionar siempre pero siempre lo que se hace,
cuidar con amor lo que nace en nuestras manos
por muy pequeña que sea
y si descubrimos que sabemos más que los demás
entonces seamos humildes para enseñar a soñar.
El docente soñador inspira
y el solo hecho de ser soñador
despierta a miles de soñadores e infinitos sueños reformadores.
Carl Sandburg decía, nada sucede a menos que primero sea un sueño;
así que soñar una multitud de docentes rebeldes e innovadores
con amor profundo a la vida
es sin duda
el más sagrado sueño que podamos tener.
Que noche mágica lo que tuve hoy,
si ha sido un sueño entonces será posible.
Huanuco 12.12.2014

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