Azulejo

Los burros tienen una larga reputación por su terquedad, es un grave error mirarlo como defecto, pues dicha terquedad es reflejo de su alto instinto de conservación y auto protección, no hay mejor alarma de peligro que el miedo anticipado de un burro. Es difícil forzar a un burro si no está convencido de su seguridad. "Azulejo" era un burro inteligente, cauteloso, amistoso, juguetón e interesado en aprender, aunque no podemos negar su alta promiscuidad y su gusto raro e imperturbable por el pan. 



Mis padres lo han criado por años como una mascota y compañero de trabajo, si hay algo sorprendente en Azulejo ha sido su GPS natural incorporado y es que gracias a su cerebro de brújula desarrolló su capacidad excepcional para guiar, logrando salvar vidas de las heladas y la oscuridad sobrecogedora de los Andes de Junín, entre ellos la vida de mi papá, justo un año antes de que yo naciera, osea, gracias a la labor prodigiosa de un burro es que existo. Algo más, Azulejo jugaba a las escondidas, se enamoraba y dormía con las patas arriba para calentar su panza gris con manchas moradas ¿para que? solo él lo sabe, pero como gozaba el condenado.

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